Tentar al diablo by Cathryn de Bourgh

Tentar al diablo by Cathryn de Bourgh

autor:Cathryn de Bourgh
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
publicado: 2014-12-31T23:00:00+00:00


El viaje

Despertó aturdida sintiendo la luz del sol sobre su rostro y esa habitación tan luminosa parecía el paraíso. ¿Qué era ese lugar? ¿Dónde estaba? Se preguntó mientras intentaba incorporarse.

Entonces vio al millonario parado frente a la otra ventana mirándola con fijeza.

—Buenos días tesoro… parecías Aurora, la bella durmiente del bosque. Pensé que debía besarte para que despertaras—dijo.

Erin lo miró espantada sintiendo su corazón palpitante.

—Ey tranquila, no voy a comerte. Debo irme ahora al trabajo, pero regresaré al mediodía o quizá más tarde. Puedes mirar televisión, descansar… Y pensar en lo que hablamos, con calma.

Lo vio irse desconcertada. ¿Acaso él esperaba que ella aceptara una especie de trato?

Corrió a darse un baño mientras esperaba que llegara el servicio para escapar.

No se quedaría, no importaba lo que le dijera o amenazara.

La historia había tenido un giro inesperado.

Tembló al pensar en ese italiano, en Loraine subiendo sus videos a su portal para tener compradores, un catálogo de chicas en venta. Maldita mujer, ella le había contado su vida y pretendió venderla a un italiano cruel y salvaje. Y ahora ese desconocido le pedía sexo a cambio de su ayuda. Pues ella no estaba dispuesta a complacerle y mucho menos a casarse con un tipo que gritaba a los cuatro vientos que la había comprado y le pertenecía.

Un desayuno de cereales, un batido y huevos revueltos aguardaba. Y galletas de chocolate, sus favoritas. ¿Sería casualidad o…?

Mientras bebía el batido de frutilla y mordisqueaba una galleta pensó que con el estómago lleno podría pensar con más calma.

Ese millonario dijo que la había visto en su oficina con la falda corta y un escote atrevido, caminando como una gata… y que su jefe. Bueno no le interesaba nada saber lo que pasaba con su jefe mientras la miraba, ni tampoco lo que pensaba ese hombre que dijo que la había comprado. Todo estaba más que claro para Erin y su respuesta no cambiaría.

Prefería correr como liebre con diez italianos blandiendo látigos y su antigua amiga tirándole piedras antes que aceptar el trato de ese hombre de convertirse en su esposa comprada.

Se preguntó si no estaría exagerando para convencerla de que aceptara el trato.

Mentía.

Y pretendía intimidarla. Asustarla con lo que podía pasarle si perdía su “protección”.

Pero ¿y si todo era verdad?

Luego de desayunar llegó la mucama con un cargamento de: aspiradora, plumeros, trapos seguida de otra que la ayudaba porque la pobre no podía con todo.

—Buenos días, ¿podemos asear la habitación?—preguntó la más vieja.

Ella asintió mientras contemplaba ese hermoso paisaje desde el gran ventanal de la sala. Una vista magnífica y de pronto el tiempo pasó y cuando recordó pedir ayuda la habitación estaba vacía pero perfumada, todo lucía reluciente. Fregado, ordenado, los pisos brillaban como espejos como si nadie hubiera estado en esa cama, en esa habitación.

No podía creer que había dormido con ese sujeto y ni siquiera había intentado nada…

Pensó que debía buscar sus cosas y largarse antes de que ese millonario loco regresara.

No pensaba aceptar ningún trato con ese embustero y punto.

Rayos, su



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